Querido diario:
No he podido dormir. Estoy trasnochada, cada vez más horas en vela. Yo era buena durmiendo, podía dormir sin problema, aunque en tiempos recientes me duele la espalda si duermo más de ocho horas, pero tiene días que no lo experimento porque no pego el ojo como antes.
Cuando alguien me dice que no puede dormir, pienso en sus preocupaciones, ¿qué les quitará el sueño? Eso mismo me pregunto ¿ahora qué me quita el sueño? ¿la tranquilidad?
No es la primera vez que me pasa, hace dos años cuando decidí que mi vida iba a girar entorno a mi autocuidado y bienestar y no a mi trabajo, ni la productividad, ni el dinero dejé de dormir, se me pelaron los ojos noche tras noche.
Mi cerebro no entendía que pasaba, no estaba acostumbrado a dormirse temprano, tampoco estaba acostumbrado a la tranquilidad, ni al auto amor consciente. Por lo que hizo corto circuito: ¿cómo? ¿cómo me voy a dormir sin estrés y sin estar tremendamente cansado? Así que, tuvo desconfianza, no le culpo, y me mandaba señales de alerta cada noche.
Ahí estaba todas las madrugadas intentando conciliar el sueño y obligándome a dormir. Obviamente no funcionaba, tuve que aprender a soltar, a que no puedo controlar lo biológico. No puedo controlar casi nada, pero ese es otro tema.
Esa vez, en psicoterapia abordé mi insomnio porque no entendía cómo no podía dormir sí todo estaba bien.
Justo descubrí que no sabía dormir en tranquilidad, porque siempre me había llevado al extremo: quedaba tan agotada, tan exprimida que mi cerebro estaba muy habituado al cansancio, al estrés y al caos, que en sosiego no sabía qué hacer.
Trabajé en mi nueva realidad, una más sana; le expliqué de muchas formas a mi cerebro y mi cuerpo que esto era lo sano, que esto era lo mejor, esta era la normalidad, no el caos. Y al final, tras varias semanas pude dormir mucho mejor que antes.
Como verás, no sería la primera vez que la tranquilidad me quita el sueño. Uno pensaría que sería lo contrario. Pero, analizo mi presente: ¡todo está bien!, yo estoy bien, sana, trato de mantener la tranquilidad y darle prioridad a mi paz, sin negarme a lo demás.
¿Qué ha cambiado en mi vida que me quita el sueño? Mucho, pero para bien.
¿Si está todo bien en mi vida qué me atormenta? ¿será que el ser humano busca complicarse la vida, busca el caos? No tengo la respuesta a la segunda pregunta. A la primera sí.
Resulta que el hecho de estar enfocada en mí, en mi autocuidado, en mi salud, en cosas mucho más importantes que el trabajo, me ha alejado de crear por compromiso, de trabajar por compromiso. Y eso, es creo lo que me atormenta en las madrugadas y pienso en que:
1. No me he esforzado lo debido este año, en especial en el trabajo.
2. No debería estar tan tranquila porque no estoy esforzándome lo necesario.
¡Tienes que hacer más! ¡tienes que hacer más! Se me incrustan pensamientos de ese tipo, que giran y giran en mi cabeza que a veces termina doliéndome. Puedo pasar horas en la madrugada recriminándome lo que no he hecho, recriminando mi falta de compromiso, en especial en la creación de contenido. ¡Debería de estar haciendo videos! ¡debería de esforzarme en conseguir más clientes, más pacientes! ¡debería estar haciendo en vivos con psicólogos! ¡debería, debería y debería…!
Pero en mi cotidianidad me voy por lo que quiero y eso termina atormentándome de alguna manera. ¡No debería de estar tan calmada! Como si mis pensamientos me obligaran una y otra vez a sumergirme en el caos.
¿En qué momento me creí que no merecía una vida tranquila?
Es lo que he aprendido y me atrevo a decir: lo que hemos aprendido. Porque me topo con muchos conocidos, amigues e incluso pacientes que piensan y viven lo mismo. Porque todos somos humanos y hemos crecido en este mundo capitalista y de valor por los bienes, el dinero y la productividad, que cuando bajamos el ritmo y cabe aclarar a un ritmo más saludable, nuestra mente no puede, de momento, estar conforme.
Es cierto que en mi caso con el paso del tiempo mi rendimiento ha bajado, antes podía sacar muchas cosas en un día y ahora saco muchas cosas para mi bienestar y un pendiente del trabajo, cuando antes era todo lo contrario. Entonces ¿será qué no lo estoy haciendo bien? ¿tengo que esforzarme más? ¿no he hecho lo suficiente este año?
Desde esta vida autocompasiva que estoy construyendo, la respuesta a eso son sis y nos. Estoy haciendo lo que puedo y también lo que quiero, me esfuerzo pero ya no pongo mi salud en segundo plano y si soy objetiva, he hecho mucho este año y estoy orgullosa de eso.
A veces pienso y expreso “no sé en que se me va la vida”. Una de esas tantas veces me doy cuenta solita todo lo que hecho en el día y otras, muchas más, mi gente cercana, en especial mis amigas y mi esposo me hacen voltear a ver que hice un montón de cosas.
Aunque en mi mente no es suficiente. Pero no hay que olvidar que mi mente no es la realidad.
Hablo casi todos los días conmigo y me recalco que: estoy construyendo una vida genuina que no tiene que ver con el éxito aspiracional del otro.
Estoy enfocada en otras cosas y eso ha dado frutos, he tenido un año donde no me acurruco únicamente en la tristeza y en la frustración, estoy más alegre que antes, más sana que antes y puedo sin culpa abrazar la tristeza y la frustración: entenderla, acariciarla y dejarla ir.
Soy tan afortunada y he logrado tanto que puedo en estos momentos estar entre semana en una cafetería escribiendo para mi diario, con un chai helado con leche de almendras y después irme sin prisa al gym. Se me olvida que esos son los lujos y es lo que siempre pensé que sería mi vida: amor, libros, escritura, chais, cafeterías, comida sana y rica, movimiento constante, mascotas y ser mi propia jefa.
Entonces, el reto aquí es ser realista. ¿Realista?
Sí. Salir de mi mente para vivir mi vida. La mente es poderosa, pero a veces nos contamos historias que no son ciertas y nos enfocamos en lo que no tenemos, en lo que hace falta, en lo que no salió y no vemos nuestra realidad. Que en mi caso es bastante mejor a la que plantea mi cabeza. Por eso es importante reconocer mi realidad, mi presente y mis evidencias.
Sé que es un privilegio, sé que hay personas que tienen una vida muy complicada, más de la que tienen en su cabeza. Pero este no es mi caso y seguro alguien más se identifica conmigo, eso espero.
No quiero una vida sin poder dormir porque mi tranquilidad me hace pensar que estoy haciendo las cosas mal. Así que me toca recordarme una y otra vez, todos los días y las veces necesarias que no tengo que creerle todo a mi mente. Recordarme que soy afortunada y privilegiada. Recordarme más las cosas buenas que han pasado y las cosas que he hecho y logrado, que las que no.
Me toca recordarme que soy suficiente, que mi salud y bienestar va primero, que estoy intentando con todas mis fuerzas y que puedo afrontar cualquier cosa que me de la vida. Pero por el momento, todo está bien. ¡Todo está bien!
Y esta carta, será sin duda, un gran recordatorio de esto para estas noches de insomnio.
Con amor: Paloma
Pd: tienes el derecho a estar en tranquilidad.
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Te invito a escribirte y si te sientes en confianza puedes enviarme tu escrito palomapalacios@kathartiko.com, yo te leo con muchas ganas.
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¡Te quiero mucho!
Me resonaron mucho tus palabras! 💖 Y es que como dices, somos humanos. Alguna vez leí que a la mente le gusta resolver problemas y si no tiene se los inventa 😂y es absurdo pero pasa todo el tiempo hasta cuando ya tienes una vida cómoda y privilegiada como dices. Por mas mínimo que pueda ser el problema, en contraste no deja de ser un problema, y la mente entrenada para sobrevivir quiere salir corriendo aunque no haya un león enfrente amenazando tu vida, se lo inventa para que tenga sentido y así salir corriendo 🏃 🦁
Saludos 👋💖 te mando un fuerte abrazo 🤗 gracias por compartir tu experiencia y recordarme que soy normal 🤪