El club de los sueños compartidos - #3
Tercer capítulo de una serie de relatos compartidos entre unos cuantos locos y locas de la comunidad hispanohablante de Substack. ¡Vamos a ver qué historias salen de estos encuentros oníricos!
¡Gracias por estar aquí! Antes de leerme, puedes leer los primeros dos capítulos, te los dejo aquí:
Me miro los pies, reconozco mis dedos largos y torpes envueltos en mis medias de cuadritos. Nunca investigué cómo se viste uno para tener sueños compartidos, para la próxima me pongo mínimo pantuflas para no pasar frío.
A mis ojos profundos les cuesta enfocar y reconocer mi alrededor, –¿son luces?– ¡Sí!, el cuarto que tiene un fondo oscuro está lleno de luces de colores; según el libro que he estado leyendo sobre sueños compartidos, un indicio para saber si estás en uno de esos sueños es que el lugar que habitas oníricamente tenga luces de colores colgadas en las paredes. Es la primera vez que me toca observar este espacio en mis sueños.
–¡Por fin!– sé que estoy abriendo la boca, gesticulando pero no percibo mi voz. Me doy cuenta de que tengo entre mis manos el libro que me ha acompañado en mis noches desde hace varias semanas –qué suerte que lo traje-.
Hace unos meses, hice un intercambio de libros con una clienta que frecuentaba mi librería en Coyoacán. Le parecía curioso que me llamara como la diosa griega de la noche, ella sabía mucho de los sueños. Un día me habló como un secreto, a susurros, bien bajito y casi en el oído sobre los sueños compartidos.
Entonces, una tarde con sus manos llenas de manchas me entregó: “Sueños que no se dijeron y que después se olvidaron”, un libro que por su portada y sus hojas amarillas se percibe que es viejísimo. Desde esa noche, que fue hace meses, intrigada he leído y releído el libro, pero por más que hacía lo que está escrito en él, no lograba entrar a un sueño compartido.
Recreé, como lo marca en sus páginas, todo un ritual antes de irme a dormir: que tomarme un té de valeriana, tila y manzanilla, que bañarme con agua caliente, que poner ruidos blancos, hasta lo que tanto odio, que es irme a dormir más temprano. Incluso busqué un horario en donde también otros países duermen y pudiera tener más posibilidades de compartir mis sueños con otras nacionalidades.
–N-O L-O P-U-E-D-O C-R-E-E-R– recordé que los sueños duran entre cinco y veinte minutos. Me recorrió la ansiedad y me obligué a salir de mi cabeza, no quiero pasar esos minutos remembrando cómo es que llegué aquí. Camino reconociéndome, no puedo verme a mí misma, solo mis extremidades. Observo unos ojos bien negros. Un señor bajito está sentándose, trae un jersey oscuro –¿así se viste para dormir?– No sé si él me ve.
Además, en el fondo visualizo una mujer muy alta, pelirroja –creo que no es mexicana–camina como cuando uno trae prisa de resolver algo, se sentó a lado de un hombre. Están de espalda. –¿Se conocerán?–. Me empieza a picar la sangré. Volteo a mi izquierda y veo a una mujer de ojos verdes con destellos dorados en pijama –¡alguien con pijama!–, está anotando en una mini libreta rosa, -qué buena idea-.
Poco a poco, comienzo a percibir a más personas, –somos 8, en este sueño– No conozco a ninguno, nunca los había visto. Ahí confirmo que, en efecto, sí es un sueño compartido. Según mi libro, otro indicio de este tipo de sueños es que todas las personas son desconocidas en el primer encuentro.
Doy un brinco de emoción, me recompongo y cruzo la mirada con un hombre un poco más alto que yo, a quién miento, ¡mucho más alto que yo! Está en postura del árbol, con sus brazos estirados hacia el cielo, sus palmas se tocan y su pierna izquierda se flexiona sosteniéndose en la pierna derecha, tiene muy buen cuerpo. Me sonríe. Se me hace nervios el cuerpo y las manos se convierten en agua, escucho un ruido profundo y aterrador, se me cae mi libro, la mujer de la libreta se acerca.
Pierdo todo contacto, me despierto sin aire, se me mete en el cerebro la alerta sísmica, se está moviendo la cama y me doy cuenta que la ciudad cruje, –¡está temblando!–
Con amor: Paloma
Pd: no te pierdas el próximo capítulo.
¡Sigue leyendo!
Participantes:
¡Síguelos para poder leer el relato compartido!
Sería bonito que comentaras que te pareció el relato y este proyecto tan chulo. ¡Te leo abajito!
Aprovecho para invitarte a mis talleres de escritura terapéutica y journaling. Se crea una comunidad muy bonita, segura y amorosa. Ya están abiertas las inscripciones a los dos primeros talleres del 2025: “Construyendo mi futuro” y “Apodérate de tu narrativa”, escríbeme para darte más info. ¡Besitos!
Pero oye, ¡vuestros personajes saben que están en los sueños compartidos y la mía no! jajajaja Malditos jajaja. Pues hombre, eso da juego, ¡vamos a ver qué pasa en el siguiente! Unos controlan el sueño, o llegar hasta él, y otros no... Me encantó que vibrase la ciudad...lo viví en mi última visita varias veces y aunque no me gustó nada, me gusta haberlo experimentado para haber sentido cerca en tu relato 🫶
Que buena idea relacionar la acción los sueños con la realidad :) Deseando leer el próximo.